LA IMPORTANCIA DE LAS EXPERIENCIAS BÁSICAS DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS
En este artículo quiero compartirte la gran importancia que representan los primeros años de vida para un ser humano, son fundamentales ya que influyen en un futuro para el manejo de emociones, en su personalidad, en su capacidad intelectual y desarrollo social, entre otras cosas.
Por tanto, tenemos la gran oportunidad de aprovechar sus primeros años para estimularlo y nutrirlo física y emocionalmente. Aunque parezca increíble los bebes perciben nuestras emociones, incluso estando en el vientre, por ello, es recomendable alimentarlos desde edades tempranas.
El niño tiene, desde su nacimiento, la capacidad fundamental para relacionarse socialmente. Pero podrá desarrollarla, siempre y cuando haya alguien, el cuidador primario, disponible para establecer esta relación social. Por eso, se puede pensar que para el bebé no es posible desarrollarse en soledad. El bebe cuando nace se encuentra en un estado de indefensión tal que para poder sobrevivir y desarrollar su potencialidad genética, necesita de otras personas que le provean todo aquello que es necesario, ya que no puede hacerlo por sí mismo. Los niños pequeños, al presentar una estructura psíquica inmadura en formación, se encuentran en un estado de gran fragilidad.
De tal manera, que las experiencias afectivas con sus cuidadores primarios en los primeros años de vida, tienen una enorme influencia a favor del desarrollo cognitivo, social y emocional, íntimamente relacionados. Este sostén emocional es la respuesta adecuada al sentimiento universal de desamparo con el que todo bebé llega al mundo. Dicho sostén permite que se construya entre el bebé y las personas encargadas de su crianza un vínculo lo suficientemente fuerte como para que se den las condiciones propicias para la satisfacción de todas sus necesidades.
El sostén emocional se da en el marco de un vínculo estable, un vínculo de apego, con los cuidadores primarios. Por estable entendemos un vínculo cotidiano y previsible, y en los primeros tiempos, con la presencia central de una o más personas que se ocupen de la crianza del bebé. La estabilidad y la previsibilidad en el vínculo con sus cuidadores le permiten al niño construir una relación de apego seguro.
Este vínculo se establece desde el momento de la concepción y permite construir un lazo emocional íntimo con ellos. ya que son capaces de sentir, no sólo su cuerpo, sino lo que hay afuera, es desde este momento en donde los individuos registramos nuestras primeras experiencias, y, aunque no podamos expresar a través del lenguaje lo que sentimos, si registramos la experiencia como positiva o negativa, dolorosa o agradable, lo que Luciano Rispoli denomina experiencias básicas.
Rispoli plantea una visión holística del ser humano donde el cuerpo; con todos su órganos y sistemas, la mente; con todos los procesos cognitivos y simbólicos, las emociones; con todas sus polaridades, y las posturas del cuerpo son un núcleo, un SI (Sistema Integrado). El SI es todo el individuo. Bajo ésta visión holística, Rispoli ha creado la Psicología Funcional del SI.
La necesidad de ser sostenido emocionalmente por otro y la búsqueda de interés en la relación humana son rasgos de salud mental que el niño manifiesta desde el comienzo de su vida.
Basta recordar cuantas veces no hemos disfrutado de estar en el regazo de nuestra madre, sentir su calor, ser sostenidos entre sus brazos y observar su mirada cálida que nos dice más que mil palabras.
No basta con saber que somos importantes para el otro, lo significativo es tener la experiencia básica de vivirlo y sentirlo, el ser escuchado, sentirnos seguros y ser aceptados. Estas experiencias y sostén emocional son el fundamento del funcionamiento humano, si se viven de manera plena y positiva permanecen como una reserva, una capacidad que permanece toda la vida, a la que podemos recurrir cuando sea necesario, en un futuro.
Lic. Ma. Gpe. Catalina Valverde
Bowlby, J. (1989): Una base segura. Aplicaciones clínicas de una teoría de apego. Buenos Aires: Paidós.
Schejtman, C., Vardy, I. (comp.) (2008): “Afectos y regulación afectiva, un desafío bifronte en la primera infancia”